“LA CLASE” (“ENTRE LES MURS”). FRACASO DEL SISTEMA EDUCATIVO: SISTEMA EDUCATIVO DEL FRACASO

“LA CLASE” (“ENTRE LES MURS”)

UN FILME DE LAURENT CANTET

FRACASO DEL SISTEMA EDUCATIVO: SISTEMA EDUCATIVO DEL FRACASO

(Por A. Cirerol)

 

UTOPÍAS DE AYER Y FALACIAS DE HOY

¿Se puede pensar en cambiar las estructuras educativas sin acometer profundas transformaciones materiales en la sociedad? O, dicho de otra forma, ¿es posible transformar el sistema social desde la escuela?, aquella utopía en la que algunos llegamos a creer. Volvemos a las viejas verdades olvidadas o proscritas. Pues ¿no es cierto que el factor educativo se hace oscuro e incomprensible –mistificado- si su acción se desvincula de la división social del trabajo y de la ordenación de la sociedad en clases? Toca recordar a Lenin y no habría que disculparse por ello: la proclamación de una escuela apolítica, “democrática”, por encima de las clases, fuera de la lucha de clases, que esté al servicio de la sociedad toda y que aspire al desarrollo, a la formación plena de la personalidad de todos los niños, “no es más que una hipocresía burguesa destinada a embaucar a las masas”. ¿Quién podría, ante los hechos, afirmar lo contrario? Sin embargo, hoy en las democracias liberales se cultiva tal simulacro. La ideología de una “escuela unificadora y liberadora”, la “ilusión laica” de que puede existir una enseñanza neutra y para todos. “¿Cómo es posible creer, ¿cómo hemos podido creer durante tanto tiempo, que en una sociedad dividida en clases –en una sociedad de dominación de clase- la escuela iba a ofrecer a todos las mismas oportunidades de promoción social y de desarrollo personal?” (G. Snyders, “Escuela, clase y lucha de clases”. Comunicación, 1978). Hoy ya no se habla de lo que era una proposición común hace cuatro décadas, son saberes no sólo perdidos sino informulables: el sistema de enseñanza contribuye, por el contrario, a perpetuar la estructura de las relaciones de clase y a legitimarla: colabora a reproducir las relaciones de producción capitalistas. “Es evidente que los hijos del proletariado son los que fracasan, pero en realidad el capitalismo hace necesario ese fracaso: la escuela debe producir ese porcentaje de alumnos lo suficientemente endebles y retrasados como para justificar su derivación a esas clases… en suma, tanto la calidad como la cantidad de la mano de obra formada son determinadas por los intereses a corto plazo de los monopolios” (Pierre Bourdieu y J. Claude Passeron, citado en Snyders: “Escuela, clase y lucha de clases”). Existe una metodología de la exclusión, que no actúa por medio de medidas legislativas abiertamente antidemocráticas (bien al contrario), sino “de manera continua, por grados, a través de fracasos lentamente acumulados”, que sirven para convencer a los alumnos de clase proletaria de su condición accesoria y de su indignidad. Sobre esta división inicial se justificará todo el sistema de divisiones posteriores. Siendo ello así, no sucede mecánicamente sino de una manera tan natural (fatal) como opaca. Bien se puede afirmar como Christian Baudelot y Roger Establet que: “su función efectiva consiste en conducir al fracaso desde el comienzo a los niños procedentes de las clases populares para finalmente sujetarlos a sus puestos de explotados”. Así pues, no hay relación entre lo que se dice (escuela democrática, igualitaria, inclusiva, etc.) y lo que realmente es (una escuela de clase, malthusiana y discriminatoria). Fracaso del sistema frente a los alumnos y no al revés. El profesorado, que debiera ser pieza principal de la transformación del sistema, es, en general, un peón des-concertado/des-animado, víctima del mismo como sus alumnos, y tan discapacitado como éstos (“¿Quién educa a los educadores?”). Sin tener conciencia de ello practica una enseñanza acrítica y cumple, bajo la maraña neutral de procedimientos, técnicas y enfoques instrumentales, la función encomendada de selección, reproducción y legitimación social. De sus manos salen alumnos encauzados a ser currantes de obra o parados, “sumisos, consumidores expectantes y ciudadanos pasivos”. Los maestros son técnicos que, “por la educación domesticadora que se les ha transferido en la línea de montaje de la fábrica de las ideas, e impulsados por un conocimiento ilusorio y falaz, no suelen llegar a desarrollar una comprensión del mundo crítica y coherente” (N. Chomsky, “La des-educación”).

DENTRO DE LOS MUROS

A este respecto resulta de gran interés la película “La clase” (Laurent Cantet, 2007) para apreciar el estado de la escuela republicana francesa y, por extensión, de la situación actual de la educación pública en las democracias europeas. El filme (su título original “Entre les murs” condensa el sentido de la obra, pervertido en su transcripción española: toda la acción transcurre inamovible entre las cuatro paredes del ámbito escolar, espacio cerrado, presentado como recinto carcelario) nos muestra, en forma de ficción documental, un instituto público de París que, situado en un barrio (invisible a la cámara) con amplia y concentrada problemática social, acoge a un alumnado multiétnico, con bajo rendimiento escolar y elevado descreimiento hacia la función educativa, de quienes se podría decir que han sido seleccionados para fracasar. El centro educativo, su dirección, el profesorado, son conscientes de la situación y su funcionamiento interno es o intenta ser democrático, inclusivo, integrador, etc. Sólo acuden a soluciones expeditivas como recurso final, tras haber agotado todas las oportunidades. Sin embargo, esto ocurre tan a menudo… Es decir, como la vida misma, más o menos. El protagonista, pues siempre lo hay, es un profesor de Lengua que lleva a cabo una práctica educativa horizontal, participativa: escucha a los alumnos, habla con ellos, se interesa por sus circunstancias, por cómo viven (si bien, nunca sabremos nada acerca de la suya), etc. El paisaje normal de su aula es el de brazos levantados en solicitud de consulta u opinión. No es ni un revolucionario ni un evangelizador, intenta sólo ser un buen profesional, hacer las cosas bien (aunque también comete errores, pues esta es una profesión difícil), sentirse satisfecho de su trabajo. Desconfía del “expedienteo” y de las soluciones punitivas, todo se puede resolver llevándose bien, una cierta confianza o libertad, sin pasar de un límite. No por ello los escolares le dan muestras de una mayor simpatía o apego, o siquiera de un excesivo respeto. La cosa está bajo un cierto control, no le pidamos más. Su empeño es hacer reflexionar a sus educandos sobre el sentido del lenguaje, que lleguen a poder expresarse con una cierta propiedad y civismo, porque el lenguaje es un arma que hay que saber usar. Hasta muy avanzada la película no se puede hablar de argumento, y aun en ese caso levemente; se trata del día a día de las relaciones profesor-alumnos en el interno de la clase y, en una constelación aditiva, de los profesores en su espacio común, en las reuniones del consejo escolar o en las juntas sancionadoras, en la atención a los padres de alumnos, etc. Ello, dado el propósito realista y dialéctico de la película, ha obligado a una forma específica de rodaje, con tres cámaras en el escenario del aula: una captando continuamente al profesor, otra a su interlocutor y otra atenta a la reacción del resto de alumnos, y a una forma de planificación, derivada de lo anterior, a base casi exclusivamente de primeros planos. En el desarrollo de la película comienza a tomar forma una contradicción entre lo que se dice y su hacer real, a manifestarse una hipocresía institucional de la que no se es consciente (que posiblemente se le escapa también al espectador), su ideología educativa democrática es lo contrario de su realidad, perpetuadora de la de afuera. La exclusión se produce de forma natural, no planificada, ni siquiera deseada, “a partir de fracasos lentamente acumulados”. Finalmente, el profesor se ve obligado a acudir a la imposición de las normas para restaurar el orden. Un alumno será expulsado, tras cumplir el trámite del consejo de disciplina. Se ha hecho todo lo que se podía, quizá más, no había otra solución y el reglamento lo señala con toda claridad. El último día de clase, impera el buen rollo (sin embargo, algo fingido flota en el ambiente). Se celebra un ritual escolar de despedida: ¿qué has aprendido en este curso?, se pregunta a cada alumno. Saberes a duras penas enunciados, apenas recordados, completamente inútiles. Al terminar la clase, una alumna rezagada le confiesa con cierto pavor: “yo no he aprendido nada”. Él intenta convencerla: “algo habrás aprendido, igual que los demás”. Ella (se) responde: “no entiendo qué hacemos”. “¿Dónde, en Lengua?”, inquiere el educador. “No, aquí, todos”. Él no comprende, o lo simula. En el patio, el clásico partido de profes contra alumnos. El interior del aula vacía, las sillas colocadas sobre sus mesas, llegan los gritos y ruidos del patio. Un curso termina, otro por empezar, iguales. No cambiará nada. Alumnos y profesores, juguetes de un sistema que es lo contrario de lo que pretende ser y de lo que parece ser.

 

La Clase. Spoiler total

(Por M. García)

La película transcurre casi en su totalidad dentro de una clase (entre muros), con pequeñas escenas en la sala de profesores o en el patio de recreo.

Es principio de curso y entra el profesor en el Instituto. Se encuentra con otros profesores conocidos y se saludan con pesimismo.

Presentación de profesores

Hervé, profesor de gimnasia: “los alumnos son difíciles pero geniales”, lleva tres años.

Oliver, profesor de física, lleva 4 años.

Patrick, se dice profesor de tablas de multiplicar, lleva varios años.

Ane, profesora de inglés, trabajo en extrarradio lionés.

Frederic, profe de geografía e historia, trabajo anterior en las afueras de París.

Julie, Jefa de Estudios.

Cocinera.

Françoise Marín, profe de lengua francesa.

Se reparten de planillas de clases y horarios.

Un profe relata a Frederic como son los alumnos, cuales son buenos y con cuales hay que tener cuidado.

Presentación de los alumnos

Son los alumnos de la clase de Françoise, entrando en clase. Françoise los va recibiendo, dándoles los buenos días, y advirtiendo a alguno que se quite la gorra. Es un grupo mixto de chicos y chicas.

Gritos, empujones, follón  y desorden a la hora de ocupar sus sitios. Se colocan de forma desordenada. Los sitios no están pre asignados.

Charlas a voces. Françoise tiene que reclama silencio.

Françoise les recuerda que no se puede perder tanto tiempo en entradas, sentarse, salidas, etc. Se va parte del tiempo de clase. Una alumna, Khoumba, replica que otros profesores no dan las clases completas. 

Les pide que pongan sus nombres en una cuartillas de papel. Esmeralda objeta diciendo que ya les conoce del año pasado. Y que ella no escribe si el profesor no escribe.

Un alumno utiliza el móvil, que no está prohibido en esta clase.

Desencuentro con Souleymane

Escena en clase. Françoise les plantea un ejercicio de preguntas sobre palabras en la pizarra que no conozcan el significado. 

Souleymane no toma apuntes, no trabaja. Dice que lo hará en su casa.

Atmósfera de bloqueo y obstrucción al profesor con interrupciones  y preguntas. Françoise demuestra habilidad: no se lo reprocha ni se mosquea. Responde a todas las preguntas con estrategia y buen humor para reconducir los temas y discusiones a su terreno. Por ejemplo, cuando le objetan por qué utiliza en la pizarra nombres raros, como Bill, americano, y no emplea nombres familiares, como los de ellos (árabes, etc).

Coordinación de profesores

Frederic propone a Françoise que crucen alguna lectura de algún autor clásico francés. Françoise no lo ve claro. No ve  a sus alumnos con nivel suficiente.

Desencuentro con Rabah 

Están escribiendo, un examen. Uno dice que el bolígrafo le ha manchado la manos de tinta. El profe pide un pañuelo. Se levanta Rabah para llevárselo. Le dice que pida permiso para levantarse, lo hace y va hacia los asientos de atrás. En el pasillo cae al suelo, quizá a propósito. En la caída toca a una chica que se queja. Alguien le dice que es un vicioso y que lo ha hecho para tocarle las tetas a la chica. Françoise no se exaspera. Exige disciplina puntualmente, ante hechos concretos, pero deja pasar los incidentes y las palabras a veces malsonantes.

Pregunta provocadora de Souleymane

Explicación sobre el uso del subjuntivo. Françoise deja que haya discusión sobre la utilización del subjuntivo.  Le contestan que nadie “normal” habla con subjuntivo. Las réplicas y la discusión se acalora. Françoise para con firmeza y dice que está bien discutir, pero con calma. Como concesión empieza por aceptar que este tiempo puede ser utilizado por snobs, por burgueses, y que su utilización denota ser un poco afectado. Ello induce nuevas preguntas como “¿una persona así es un homosexual?” y una aclaración de que corresponde a diferentes formas de hablar y de la necesidad de saber cambiar de un lenguaje familiar a un lenguaje formal, y cómo para utilizar uno u otro es preciso hacer uso de la intuición, lo que genera nuevas preguntas sobre lo que es la intuición. Así el dialogo en clase es como una cadena intencionada de preguntas y respuestas donde se va perdiendo el hilo de la pregunta origen yéndose por las ramas.

De pronto surge una pregunta provocadora por parte de Souleymane. Es una pregunta hecha no directamente sino a través de un colega, Bubacar, que dice que Souleymane tiene una pregunta que hacerle pero que no se atreve, y además este le anticipa que es muy fuerte y que seguro que le castiga por hacerla, con lo cual obtiene la autorización del profesor para exponerla. La pregunta que hace, afirmando que lo ha oído decir por ahí, es que si es cierto que al Sr Marín (Françoise) le gustan los tíos. La pregunta es acompañada de exclamaciones y risas de todos como cuando se descubre una verdad vergonzosa. Una de las exclamaciones mas expresivas es la de Khoumba. Un pequeño intercambio de preguntas conduce a aclarar la búsqueda de las razones de la pregunta y tras la respuesta negativa se concluye que ha servido de alivio psicológico. Es relevante que una pregunta que podría haber sido hiriente y ofensiva es desarmada por el profesor por la falta de importancia del hecho y sin generar conflicto profesor –alumno.

Desencuentro con Khoumba

Justine en la pizarra escribe las conjugaciones del verbo “creer”. Cometes errores. No lo sabe bien. Khoumba la enmienda, otros se ríen. Rabah dice que no sabe escribir y que el si sabe. Se ríe de Cristina pero el lo hace peor. La reprimenda de Françoise sobre su desconocimiento y retraso recibe la réplica de todos, sobre todo de Khoumba quien le dice que todo el mundo piensa que “se pasa”.

Profesor en estado de histeria

Sala de profesores. Un profesor, de Tecnología, llega histérico de dar una clase diciendo que no aguanta mas, que no soporta a los alumnos, que no saben nada, que se quedarán toda la vida en ese barrio de mierda. Que no han aprendido nada en tres meses, que va a ir al Director, que no va a seguir dando clases a ese grupo. Es el desaliento total.

Segundo Desencuentro con Khumba

De nuevo en clase. Se trata de releer un texto del diario de Ana Frank. Françoise le pide a Khumba que los haga y esta se niega, dice que no tiene ganas. La actitud es calificada por otros alumnos de insolente. Khumba se justifica diciendo que el profesor se la tiene jurada, que siempre se está metiendo con ella, no piensa leer. El incidente se cierra con la advertencia de tener una conversación a la salida de clase.

Después de la lectura y en relación con la manifestación de sentimientos, como hace Ana Frank, Françoise les pide que hagan por escrito un autorretrato. Hay múltiples objeciones (mi vida no es interesante, de joven hay pocas cosas que contar, el no descubrir sentimientos propios, que no le interesa en el fondo conocerles). Bubacar dice que hay cosas íntimas. Surge el tema de la vergüenza de ser diferente, como dice Rabah que le da vergüenza estar en una fiesta donde hay gente como Françoise, que huelen a “queso”, con traje y corbata, se siente observado por su ropa, piensan que otros le pueden mirar como moro, pone en juego sentimientos de sufrir el racismo.

Wey el niño chino manifiesta que los jóvenes no se avergüenzan pero que el siente vergüenza pero por los demás, por su comportamiento maleducado (gritan, se pelean…)

Una chica manifiesta que se puede tener vergüenza por el físico, por ejemplo por las orejas.

Françoise les encarga que preparen un autorretrato, describir su personalidad

Françoise retiene a Khumba antes de salir de clase. Le pide su agenda escolar. Le obliga a que se la dé de forma educada, no lanzándola, y le dice que la sanciona. Le pregunta que le ha podido pasar en verano que explique el cambio de comportamiento, por qué a la vuelta esta siempre cabreada, no coopera, no quiere leer. Excusa de que ya no es una niña. Antes de devolverle el cuaderno Françoise le pide que se excuse con la fórmula “Me excuso por mi insolencia” y que lo haga de forma sincera. Está siendo duro con ella. Por fin cede a que se vaya. Ella niega lo dicho mientras sale. El profe irritado da una patada a una silla.

Reunión del Consejo Escolar con Profesores, padres y con el director

Hablan de una propuesta de un sistema se puntos, como el del carnet de conducir, para restar puntos en función de la faltas. Una madre replica que se sigue con sistemas para castigar las faltas pero no para valorizar a los alumnos. Polémica acerca de este sistema. Ello conduce al enfrentamiento de dos posiciones. La de Françoise que habla de flexibilizar y tener en cuenta las características del alumno (la aplicación de reglas muy estrictas crea mas tensión), y la de Frederic que habla de aplicar de forma estrictas las sanciones según las faltas cometidas. Por ejemplo los móviles en clase no están permitidos. Françoise los deja y sabe como, dice tener margen de maniobra. Frederic dice que es el reino de la arbitrariedad

Lectura de Autorretratos

Françoise lee una nota que Khumba le ha dejado en la taquilla sobre el respeto. Afirma que el respeto de los alumnos se basa en el miedo al profesor. En ella le demanda respeto mutuo. Insiste en que la tiene tomada con ella y le adelanta que tendrá una actitud pasota para no tener mas conflictos. Es como una declaración de “no volveré a hablar contigo”.

Se leen en clase los autorretratos. Esmeralda, el chino Wey, Rabah, Souleymane, etc. Los autorretratos cuentan en efecto los sentimientos de los chicos y aspectos fundamentales de su entorno familiar y social. Rabah quiere ocultar las últimas líneas que luego se descubren. En ellas dice que le gusta hacer el amor y que llegue el verano para mirar es escote de las niñas. Risas. Françoise apostilla que está bien, que no hay nada malo en mirar el escote de las niñas. Souleymane hace un autorretrato de una sola línea. Explica que no quiere contar nada de su propia vida. Esmeralda se mete con él diciéndole que no lo escribe por que no sabe escribir. Hay una áspera discusión entre Souleymane y Esmeralda. Esta le dice que no sabe ni lo que tiene escrito en el brazo. Souleymane replica que es una frase del Corán que dice: “Si tus palabras no valen mas que el silencio, pues cállate”

Presentación de un nuevo Alumno a mitad de curso

El Director entra en clase para presentar a un nuevo alumno, Carl. Pide a todos que se levanten. Obliga a levantarse a algún remiso con las palabras: “Levantarse es una forma correcta de saludar a un adulto, no es sinónimo de sumisión ni de humillación”.

Carl, chico antillano, viene de otro Instituto del que ha sido expulsado

Entrevistas con los padres de alumnos

Françoise recibe a los padres de Wey. Les trasmite las mejores impresiones de Wey, educado agradable, buenas notas. Los padres como los profesores están encantados, y reciben esta información con gran satisfacción.

Después recibe al padre de Nasim, quien dice que ellos tienen la mejor disposición de apoyo para que tenga éxito en los estudios y que tiene todo lo que ello no tuvieron.

Otra madre comenta con Françoise las posibles razones de que el chico se automargine. Entiende que va bien y tiene buenas relaciones, se pregunta si es que no le gusta al profesor su vestimenta totalmente en negro.

Otra madre explica que quiere que su hijo cambie de centro, que vaya al Enrique IV, aunque el chico pude que no tenga nivel suficiente. Le parece que en este Centro (Dolto), los chicos se estancan porque el nivel medio es bajo.

Es el turno de los padres de Souleymane (madre y hermano). Françoise les trasmite que los profesores se quejan por su actitud, no trabaja, no lleva libros, falta mucho, llega tarde…ellos no conocen esta información. Souleymane les dice que estudia. La madre no habla francés. Le traducen y replica que no lo cree.

Pasando al ordenador los autorretratos

En un aula con ordenadores. Souleymane ha traído fotos, alguna de su madre, y le piden que ponerla en el ordenador. Conecta el móvil a un ordenador y se ven las fotos.

Khoumba y Esmeralda está juntas, trabajando en el ordenador. Le pregunta  a Françoise cómo se escribe Lafayette. Este le pregunta si salen del bario y contestan que no son unas “paletas”, que se mueven por todos los distritos de Paris.

Françoise pide a Souleymane que ponga un texto a pie de cada foto para crear una historia con las fotos de su autorretrato. Françoise imprime el trabajo y los pone en la pared y llama a todos para que vean el trabajo de Souleymane que califica de bueno. Souleymane no creyéndolo le dice que si está de cachondeo. 

Carl lee ante todos su autorretrato. Está redactado diciendo en primer lugar las cosas que le gustan y después las que no le gustan. Entre las cosas que le gustan está el ir a las Antillas, ver series en Televisión, su barrio. Entre las segundas dice que no le gusta ir a ver a su hermano a la cárcel, que no le gustan los políticos, que no le gusta la guerra de Irak, que no le gustan los góticos, que no le gustan los profes muy estrictos, ni las matemáticas, no le gusta el racismo, que le gusta estar en clase.

Problema de Wey

En la sala de profesores una profesora pide atención y cuenta que la policía ha detenido a la madre de Wey, que está en un centro de detenidos, amenazada de expulsión a China. Cogida en una redada de la policía no tiene papeles aunque lleva tres años en Francia. Los profesores plantean hacer una colecta para poder pagar a un abogado y estar en el juicio para influir en la expulsión.

Una profe tiene otro anuncio: esta encinta. Lo celebran con una botella de champagne. El brindis es emocionante:  La profe formula dos deseos: que la  mamá de Wey pueda quedarse en Francia, y tener un hijo tan inteligente como Wey. 

Enfrentamientos nacionalistas y raciales internos

En el patio de recreo. Los chicos juegan a futbol. En un encontronazo entre Souleymane y otro chico se inicia una pelea con insultos: caribeño de mierda, “maliense” “puto maricón antillano”. El origen se convierte en insulto.

En clase. El tema del nacionalismo se pone en juego de nuevo con el tema del futbol, la Copa de Africa. El chico marroquí, Nasim, dice que se alegra porque juega Marruecos, que Marruecos es el mejor equipo del mundo y que siente que los de Mali no vayan a jugar porque Marruecos les ganó 4-0. Y que parece que si no juega Mali todos los africanos se sienten como si no fueran africanos.

Sale a la pizarra Arthur, el chico gótico. Le insultan “cara culo”. Defiende su aspecto y dice que forma parte de la libertad de expresión. Quiere manifestarse diferente pero en su grupo de góticos se sienten parecidos.

Bubacar sale para contestar a Nasim. Dice que se olvidó de costa de Marfil de donde es Drogvá, que está en el Chelsea y que en Inglaterra no hay ningún marroquí. Todos en segunda.

Tercer Desencuentro con Khumba

Sigue la discusión nacionalista. Sale Carl, antillano, y dice que está harto de tanta discusión con la Copa de Africa. Bubacar le replica que el no tiene equipo nacional y Carl le responde que su equipo es Francia. 

Souleymane se acalora, insulta pierde el respeto al profesor que le pide que no diga ordinarieces. Como no se calma Françoise le dice que coja sus cosas y le acompañe al Director. En el camino Souleymane va remiso. Françoise irritado le empuja y le insulta (le dice que si no está cansado de hacer el gilipollas). Souleymane le exige que no le empuje. La denuncia del profesor al Director es que “trae a un elemento perturbador que le ha tuteado en clase”. Ante el Director Souleymane se calla y no cuenta lo sucedido.

Consejo Escolar. Revisión y calificación de alumnos

Hay una reunión de profesores para calificación de alumnos. En ella están presentes dos representantes de alumnos, Luise y Esmeralda. 

Hablan de Luise, que tiene buenas calificaciones. Un profesor argumenta que sin embargo su comportamiento no es correcto y está en desacuerdo con que reciba felicitaciones. Finalmente le conceden la felicitación.

Pasan a considerar el caso de Cherif. Sus notas son irregulares, su comportamiento es malo. Mientras los profesores consideran la calificación de Sherif, las alumnas presentes en el consejo tienen un comportamiento totalmente irresponsable: no prestan atención, se divierten entre ellas, comen galletas, cuchichean, se ríen.

Viene después el caso de Souleymane. En general todos los profesores destacan su mal comportamiento. Solo Françoise sostiene que las sanciones serían contraproducentes. Frederic comenta que no basta con dejarle al fondo y esperar que no perturbe. Que no sancionarle es “comprar la paz social”. El Director comenta que justo el día anterior Françoise lo bajó a su despacho, y éste atenúa la calificación de su comportamiento, dice que solo había sido una vez durante el curso y que Souleymane tiene posibilidades. Se resuelve que Souleymane sea “advertido”, por mal comportamiento.

Desencuentro con Esmeralda y Khumba. Explosión descontrolada de Souleymane

En clase, mientras se habla de poesía, de tipos de versos y conteo de silabas, Rabah interrumpe para preguntar por qué le han bajado las notas. Françoise se extraña de la pregunta ya que no han sido aún publicadas. La razón es que las representantes de alumnos, presentes en el consejo, han apuntado notas y se las ha contado a Rabah. Françoise no comenta nada sobre esta irregularidad.

Souleymane interrumpe también para comentar que al parecer el consejo “fueron por él” . La réplica de Françoise es que algunos profesores, no él mismo, dijeron que si seguía así tendría problemas. Souleymane lo interpreta como una venganza. “No es venganza, es imponer disciplina”, replica Françoise. 

Esmeralda se suma al acoso diciendo que el profesor le insultó en el consejo diciendo que Souleymane estaba “limitado”. Khumba apoya a Esmeralda.

Françoise reprende a Esmeralda, como representante de los alumnos, por su comportamiento en el Consejo. Juzga su comportamiento tan impropio  que termina diciendo que al reírse parecían dos “fulanas”. Se produce un coro de voces de asombro y rápidamente Esmeralda le dice que las está insultando. Carl apoya con indignación que han sido insultadas. 

Souleymane interviene igualmente. Pero vuelve a tutear al profesor y a hablarle sin respeto:” tuteo a quien quiero”, “No es una cuestión de disciplina, te tumbo cuando quieras”. Souleymane en una explosión de agresividad coge su mochila dispuesto a marcharse de clase. Françoise quiere detenerle. Un compañero le retiene cogiéndole. El se chafa pero en el movimiento golpea la cara de Khumba con la mochila. Le hace una herida en la ceja y esta empieza a sangrar. Se larga de clase y sale insultando al profesor: “déjeme cabrón”.

Informe al Director

Françoise prepara un informa que presenta al Director. Tras su lectura el Director dice que no se a poder evitar un consejo disciplinario.

Françoise omite en su informe el tema del insulto a las chicas.

El Director opta por una medida provisional, prohibir la entrada a clase a Souleymane, mientras se toma una decisión definitiva.

Queja contra Françoise

La profesora Jefe de Estudios informa a Françoise de la presentación de una queja contra el por parte de unas alumnas que dicen que las ha insultado, que las ha tratado de fulanas, y que ese es el origen del incidente con Souleymane.

Francoise se dirige a ellas en el recreo, quejándose de que no hayan hablado con el directamente, y de que hayan presentado una queja. Se forma un grupo de alumnos en su entorno. Replican que igual que el se queja, ellas también pueden quejarse. Esperan que le castiguen. El las insultó y debe ser castigado. Les parece que Souleymane va a ser expulsado y que aunque aún no está decidido siempre pasa igual. Carl apostilla “los profesores que expulsan a los alumnos son unos mamones”. No acepta el insulto. Le replican que el puede decirles “fulanas “ y que ellos pueden decir igual “mamones. Le reprochan que siempre que habla se pone a gritar. No puede resolver la situación. ¡Ya basta! y se marcha.

Khumba le adelanta para hablar con el. Le recuerda que si expulsan a Souleymane las consecuencias serán que su padre lo enviará a Mali.

Reunión de profesores. Caso Souleymane

En las sala de profesores se comentan los hechos. Sobre lo irremediable del expediente disciplinario a Souleymane. Françoise dice que el año anterior hubo doce expedientes disciplinarios, resueltas las doce con expulsión. Las posible medidas previas se desconsideran porque en el consejo disciplinario el resultado está cantado. Se plantea la posible  y terrible consecuencia de que Souleymane vuelva a Mali. Los profesores no asumen que esta posibilidad pueda plantearse. Les parece una exageración, casi una amenaza. Frederic piensa que es una cuestión de principios, y que no pueden sustituir el papel de los padres. Françoise resume: “pequeñas indisciplinas desde el principio van acumulándose y se termina en un consejo disciplinario”.

El Director obliga a Françoise a incluir en el Informe el incidente con las chicas representantes.

Consejo disciplinario 

Están presentes el Director, Secretaria, padres de alumnos, profesores, entre ellos Françoise y Frederic, representantes de alumnos, Souleymane y su madre. El Director lee los hechos y afirma que no dice que Souleymane sea un chico malo pero que por hechos, voluntarios o involuntarios, es un impedimento que impide que la clase avance. Frederic califica la situación de incidente bastante violento totalmente inadmisible. Otra profesora añade que no le califican de violento pero el problema es que no controla ni lo que dice ni lo que hace. Souleymane no quiere defenderse, dice que se la suda. Su madre hace una defensa cerrada, en idioma de Mali. Dice que es un buen chico, que estudia, que ayuda a sus hermanos a estudiar y ayuda en casa. Unos padres rechazan la presencia en el Consejo de Françoise, por estar concernido por los hechos (haber insultado a las chicas), actuar como juez y parte. El Director justifica su presencia. Françoise se defiende diciendo que los insultos no tienen que ver con los hechos. Insisten en que si está en el origen de los hechos y que Souleymane actuó así porque salió en defensa de las chicas. Frederic insiste en que no hay nada que justifique tutear al profesor, insultarle e irse de clase sin su permiso. 

Expulsión de Souleymane

La madre de Souleymane pide perdón en su nombre. Esperan fuera la  resolución del Consejo. Les avisan para oír la resolución, que es la de expulsión.

Resumen del Curso

En clase, cada chico está diciendo que es lo que han aprendido en el curso. Van pasando sucesivamente los alumnos y cuentan una impresión breve de lo que han aprendido. Esmeralda dice que no ha aprendido nada, que no ha aprendido nada de los libros leídos porque son un rollo. Es una provocación, pues también dice que ha leído la República de “Socrates” y parece haber aprendido de que va el libro.

Finaliza la clase y Françoise reparte los trabajos “Autorretratos”. La última alumna en salir se dirige a él y le dice “Señor no he aprendido nada”- ¿Por qué dices eso? – Todos dijeron que aprendieron algo. Por comparación yo no he aprendido nada – a todos les costó decir lo que aprendieron – Yo no entiendo. No entiendo lo que hacemos- ¿En lengua? – en todas las materias- No puede ser – No quiero hacer FP – Depende de lo que hagas el año próximo – si pero no quiero.

Epílogo

Partidillo de futbol en el patio de recreo entre profesores y alumnos, jaleado por todos.

Clase vacía.

Reparto 

Director:  Laurent Cantet

Inspirada en la obra “Entre les murs” de François Bègaudeau

François por François Bègaudeau

Y escolares que se interpretan a si mismo excepto Khoumba y Souleymane.

La mayoría de los profesores se interpretan a si mismos

JOKER, O EL NUEVO ÍDOLO ANTISISTEMA

SEND IN THE CLOWNS: JOKER, O EL NUEVO ÍDOLO ANTISISTEMA.

Todd Phillips

Por D. Puerta

Mientras acaba este Joker de Todd Phillips, se escucha a Frank Sinatra interpretando Sendin the Clowns y me pregunto: ¿qué diferencia a este Joker del que fue interpretado por Jared Leto, Heath Ledger o Jack Nicholson?

En primer lugar, algo tendrá que ver el hecho de haber logrado el premio a la mejor película en el Festival de Cine de Venecia, en gran medida gracias a la gran interpretación de Joaquim Phoenix en el papel de este personaje del universo de DC Comics. Un actor histriónico que toma el relevo de Robert de Niro, un claro ejemplo de actor superlativo en sus interpretaciones de personajes conflictivos y violentos a lo largo de su carrera como en “El Padrino II” o “Taxi Driver”. Sin duda, el venido a menos De Niro es eliminado sin vacilaciones ni remordimientos por Phoenix delante de las cámaras.

En segundo lugar, la fuerza visual de la película: empleo de colores, maquillaje y un vestuario muy atractivos. La técnica se presupone estos días con los adelantos tecnológicos, y Joker no iba a ser una excepción: buenos planos, perspectivas y empleo de la luz, consiguiendo una atmósfera sugerente.

En tercer lugar, debido a la más que presumible impresión que me invade de que este nuevo Joker acabará convirtiéndose en otro icono popular de la lucha de los antisistema e indignados, y así como en una ingente fuente de ingresos por merchandising para los propietarios de los derechos de autor. Una figura que competirá con las populares de El Che, Martin Luther King o V, el protagonista de V de Vendetta.

Este último es un personaje surgido curiosamente de una adaptación de la novela gráfica de Vertigo Cómics  que tiene el mismo nombre del personaje, y que no es más ni menos que un sub-sello de ¡DC Cómics!

Como bien sabemos, V se convirtió en el símbolo de los indignados del 15M y del movimiento Anonymous, pero este Joker ha venido para sustituirle y constituir una imagen renovada o nuevo símbolo de esos mismos indignados, una actualización o revisión que dirían algunos. Ningún cambio más. ¿Es una casualidad o una causalidad?

V, constituido en el símbolo de la nueva revolución social del siglo XXI. Supongo que George Soros se estará frotando las manos comprobando que este nuevo Joker representará la nueva imagen de indignados y antisistemas por todo el mundo, que marcharán por las calles de Europa y de Occidente con la cara pintada como Arthur Fleck reclamando un sistema más justo, que no será otro que la reinvención del sistema capitalista, ¿o acaso existe una alternativa real, formal, crítica y bien planificada que se contraponga a la existente?, recordándonos aquella famosa frase de Nicolás Sarkozy y la reinvención del capitalismo.

Volviendo a la película, cabe preguntarse qué ha cambiado en el cine norteamericano donde últimamente es posible encontrarse con películas como “Vice” (desafortunadamente traducida en España como El vicio del poder) o “Margin Call” por poner dos claros ejemplos recientes, en los que parece cuestionarse el sistema político y económico americano.

Joker nuevamente critica el sistema, pero deja una reflexión final: ¿quién es más loco? ¿El loco? ¿O el loco que sigue al loco? ¿Joker? ¿O aquellos que le siguen, creyendo ver un líder, un ídolo, que les ilumina el difícil camino a seguir en su lucha por cambiar la sociedad y el sistema? Ese líder que no duda en acabar con los que detentan el poder, lo ejercen y abusan. ¿Tan incapaces somos de reconocer a un loco? Cierto es que en ocasiones cuesta darse cuenta, no nos lo ponen fácil.

¿Qué ha sido del tan manido American Dream? Ese sueño que se refiere a ideales que garantizan la oportunidad de prosperar y tener éxito para lograr una movilidad social hacia arriba. Democracia, derechos civiles, libertad, igualdad y oportunidad. Ese sistema que preconiza que la vida debería ser mejor y más rica y llena para todas las personas, con oportunidades para todo el mundo según su habilidad o su trabajo, independientemente de su clase social o las circunstancias de las que proviene.

El cine americano nos ha ilustrado en numerosísimas ocasiones con ejemplos de cómo con trabajo, esfuerzo y capacidad cualquiera es capaz de prosperar en la escala social. Aquel que lo consigue es porque es una buena persona y se lo merece. Un premio divino.

Ejemplos de ello hay muchos como decía, sin ir más lejos uno relativamente reciente: “Forest Gump”. Un tonto bonachón, con una madre que le ama incondicionalmente, que le inculca los profundos principios morales, éticos y religiosos del sistema. Al final, el hombre bueno, es el que triunfa en la vida. ¿Cuántas personas habrán pensado lo mismo que la madre de Forest? ¿Qué ingenuo no compraría ese mensaje?

Pero si de algo va este Joker es precisamente de todo lo contrario: la expresión de la rebelión de los misfits (inadaptados) contra el sistema que les ahoga, les maltrata y no les da oportunidades de prosperar y garantizar una vida digna.

Los personajes que nos muestra en primer término Joker son una versión cinematográfica de los caracterizados en “Los Simpson” o la familia Conner de la serie “Rossane”, series de ficción que describen a la clase obrera americana, empleando el humor para hacer frente y crítica al sistema.

En este caso, Joker nos presenta a Arthur Fleck: un paria, un enfermo mental, un perdedor, y además un mal humorista. Alguien que no cuenta para nadie, salvo para su madre. Otra enferma mental, apartada también por el sistema, que vive encerrada en su apartamento, atendida por su hijo de la que depende totalmente. Un hijo que malvive trabajando como hombre anuncio disfrazado de payaso. Ninguno encarna el sueño americano. Son otros de los innumerables perdedores, o losers, del sistema. Los que no cuentan, los olvidados, aquellos de los que nadie se acuerda más que cuando se acercan las elecciones e intentan captar su voto con vagas promesas y mensajes llenos de ilusión pero vacíos de hechos. Medidas que nunca se llevarán a la práctica: la zanahoria y el burro, ya se sabe.

Arthur como muchos otros es una persona que a lo largo de su vida viene sufriendo todo tipo de burlas, vejaciones y humillaciones, incluso en su infancia fue objeto de abusos sexuales. Por si no fuera bastante, sufre las puyas de sus compañeros de trabajo, robos e insultos en el ejercicio de su trabajo, llegando incluso a recibir brutales palizas.

La enfermedad que aqueja a Arthur se denomina labilidad emocional, una enfermedad de la que nunca oí hablar, la cual le provoca frecuentes episodios de risa y lloros de manera incontrolable en cualquier momento del día. Resulta un tipo extraño. Parece un lunático.

Arthur desea ser humorista, su madre siempre se lo dejó claro. Happy – pseudónimo que emplea cuando habla con él- nació para hacer reír a la gente, para hacerla feliz. Acude a varios clubes donde anota ideas para su repertorio. Incluso llega a actuar delante de todos en una ocasión. Pero la sociedad no entiende el sentido del humor de un enfermo mental. La gente se ríe de él, de lo patético y ridículo que resulta.

Un día el rey de la comedia, Murray Franklin, el personaje encarnado por De Niro, un presentador de un programa televisivo nocturno estilo a “Late Motiv”, se mofa de él tras recibir un vídeo de un televidente con una de sus actuaciones. Murray le humilla delante del público. Pero el share es el share, la audiencia es la audiencia, y todo es lícito para subir ambos, incluso reírse de un enfermo.

La transformación de Arthur en Joker tiene lugar tras una cadena de sucesos que acontecen en el mismo día: un compañero de trabajo le entrega una pistola para que pueda protegerse, pierde su empleo, y mientras regresa a casa es atacado en un vagón del metro por tres ejecutivos que habían estado acosando a una mujer en presencia de Arthur, quien nervioso e incapaz de aguantar la risa, acaba siendo el fruto de las iras de esos tres tipos, y en un aparente intento de defenderse acaba asesinando con el arma a los tres.

El suceso trasciende a la sociedad. La gente se disfraza de payaso, lleva máscaras. Se busca a un asesino disfrazado de payaso de tres ejecutivos que trabajaban para el magnate Tom Wayne, quien se había postulado para ser el futuro alcalde de Gotham. Un empresario sin escrúpulos.

Esta sociedad demanda ver en la pequeña pantalla a gente ridícula y extravagante, cuanto peor, mejor. Aquello de “mal de muchos, consuelo de tontos”, por lo que finalmente Murray  decide invitarle a su programa televisivo.

Arthur decide aceptar la invitación, pero para entonces ya se ha completado su particular metamorfosis, su transformación en Joker. Ya no hay vuelta atrás, es demasiado tarde. Decidido a resarcirse de tantos años de sufrimiento, se ha convertido en un vengador, un ser sin remordimientos, y lleva a cabo su particular vendetta ante las cámaras de televisión en prime time:   acude al programa ataviado de payaso, pide ser presentado como Joker, y reconoce ante los telespectadores haber sido el autor del triple asesinato en el metro, explicando que debería acabarse con todas aquellas personas groseras, maleducadas, que abusan de los débiles, como habían hecho con él, como hizo el propio Murray con Arthur, y en el clímax de la vendetta acaba con la vida del popular presentador.

Todo sucede en prime time. La gente es testigo de todo en directo, las cadenas reproducen las escenas en los noticiarios, resuenan las palabras de Joker. Hay revueltas callejeras, los anti-sistema salen a la calle, tienen un nuevo ídolo. Arden contenedores, barricadas, realizan toda clase de actos vandálicos, e incluso son capaces de liberar a Joker del coche de policía que le llevaba a la cárcel.

Joker, feliz por ser nuevamente libre, rodeado de gentes con caretas de payaso, baila sobre el capó del coche de policía en el que viajaba, sonríe. Ya no está solo. Tiene a gente capaz de seguirle, liberarle si es preciso, gente que parece que le entiende, que le comprende.

Termino esta crítica regresando al punto en que la comenzaba, nuevamente recordando Send in the Clowns, pero esta vez la versión que hacía Judy Collins de esa canción. ¿Judy Collins o Frank Sinatra? Para mí no hay duda.

https://www.youtube.com/watch?v=8L6KGuTr9TI&list=PLGFHyosUzMUGsZxdkwVucomgVGnnUiO-n

Aunque si me hubiera dado a elegir, sin duda habría escogido otra canción para terminar  la película: Brain Damage, del álbum The dark side of the moon de Pink Floyd.

https://www.youtube.com/watch?v=BF0CxUeFcEA

“UN ASUNTO DE FAMILIA”, de Hirokazu Kore-eda: EL PROBLEMA DE LA TIPICIDAD ARTÍSTICA

Critica de “UN ASUNTO DE FAMILIA”, de Hirokazu Kore-eda

Por A. Cirerol

Kore-eda reincide en su última película en uno de sus temas predominantes: lo que importa realmente en la vida no son los lazos de sangre, sino la afectividad real no impuesta. Un principio, sin duda, incuestionable; sin embargo, el director no parece tener en cuenta un hecho tan básico como corriente: que relación y emoción sean coincidentes, como suele suceder en la realidad. Plantear su propuesta temática como el resultado de un generalizable antagonismo entre ambas es contradictorio y capcioso. Pero esa distorsión es precisamente la que le permite a Kore-eda la invención de fábulas cargadas de incorrección política, ya que cuestionan el fundamento natural y universal sobre el que se sustentan las sociedades humanas: la consanguinidad. En el mundo actual, dispuesto a bendecir la política de los “estilos de vida”, este tipo de propuestas disruptivas suele obtener el beneplácito crítico. Tanto más si a ello se añaden nuevos elementos perturbadores: que la familia que protagoniza la historia, perteneciente al subproletariado, un grupo humano heterogéneo y voluntariamente desclasado, sin vínculos consanguíneos, pero que vive como si fuese una auténtica familia, que subsiste, sin ninguna preocupación moral, sino todo lo contrario, del hurto, la picaresca o de trabajos marginales, tal clase de familia, que, según declara el propio director, “permanece unida por el delito” (como ya sabíamos por las películas de mafiosos), esuna familia feliz.

Podríamos decir, pues, que junto con la idea de que los vínculos de consanguinidad son secundarios (pese a que el protagonista principal de la película no desea otra cosa que ser reconocido como padre real, y lo mismo puede decirse de su protagonista femenina), ya que su lugar puede ser ocupado incluso con mayor validez por su simulacro, la otra proposición que plantea la película es también provocativa y, quizá de forma no consciente, idílicamente reaccionaria:los pobres, aun aquellos que malviven en los márgenes de la sociedad, pueden ser felices. Para ello sólo hace falta, según afirma el mismo Kore-eda, “tener una perspectiva muy reducida de la sociedad, una visión realmente minimalista”, interiorizarse, por tanto: permanecer ajeno a la realidad externa. Ese elemento reductor, interiorizado, en el que lo externo desaparece, conforma la “poética minimalista” a la que aspira Kore-eda.

El espacio doméstico, pese a su misérrima estrechez, nunca aparece, como sucedía en “Sieranevada”, la película de Cristi Puiu (donde la familia protagonista era real y no aparente, como aquí), como un marco opresivo y asfixiante, sino acogedor. Los cuerpos, dentro de la composición de los planos, se presentan como representativos de un estado de confortabilidad interior y armonía, que se manifiesta gozosamente en las redundantes escenas de fruición alimenticia. Aunque, pero esto también ocurre en familias institucionales, sus motivos parecen a menudo estar guiados más por intereses materiales que por sentimientos de afectividad.

En el momento en que irrumpe lo externo, como forma deshumanizada del mundo, como aquello instituido (policía, jueces, servicios sociales) productor de infelicidad, cuya función, parece planteársenos, es la de reprimir toda posibilidad de experimentar de forma natural sentimientos de cariño, lo hace como fuerza desintegradora de la unidad del grupo familiar, y éste se descompone. El mundo exterior, a través de sus instituciones, es la potencia destructora de los vínculos humanos, que de forma tan sensible se habían manifestado en el espacio (siempre cálido) del tabuco que la peculiar familia protagonista aparentemente habitaba en feliz promiscuidad.

La resolución del misterio que durante toda la película ha rodeado a tal comunidad familiar confiere un sentido aún más excéntrico y artificioso al film de Kore-eda. Al fundamentarse en un caso atípico, en el que tanto situaciones como personajes son excepcionales (insólitos, fuera de lo común) carece de carácter socialmente representativo,lo cual imposibilita toda interpretación crítico-realista. Pese a mostrar estados de cosas socialmente duros y dramáticos, lo hace de un modo quimérico, y nunca de forma que, tal como proponía B. Brecht como premisa para revelar artísticamente la verdad, “se hagan reconocibles las causas evitables de aquellas situaciones socialmente insoportables”.

(Resulta interesante confrontar, aunque sea brevemente, “Un asunto de familia” con otra película con elementos e impulsos éticos comunes, como “Las nieves del Kilimanjaro”, de Robert Guédiguian. Al igual que en aquella, en la película de Guédiguian también la pareja protagonista, un matrimonio de clase trabajadora, recoge a unos niños de una familia disfuncional (precisamente los hermanos menores de quien -encargado de su tutela ante el abandono de la madre- había asaltado con violencia a dicha pareja) para cuidar de ellos. En “Un asunto de familia” los motivos por los que la insólita familia recoge (o secuestra, según la descarnadalegislación que se abate finalmente sobre ellos) a los niños abandonados que encuentra, oscila entre un espontáneo sentimiento de amparo y ternura y el provecho que supone instruirles en el arte de la ratería (y la añadida disposición a desentenderse de ellos a la primera señal de apuro). En “Las nieves del Kilimanjaro” la decisión de hacerse cargo de los niños desamparados es tomada con plena conciencia y responde a la más franca expresión de los valores históricos de apoyo y solidaridad que han sostenido siempre a la clase obrera).

Yo, Daniel Blake (El Cine de la Crisis 2)

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YO, DANIEL BLAKE

(Por Reyes Salve)

 

Es una película que no deja en cualquier caso indiferente. Defrauda a los que van al cine simplemente a echar unas risas.

En la dimensión de reflejo social, se enmarca en el paisaje de las personas que son víctimas del sinsentido de la absurda burocracia. Resulta ser el espejo en el que nunca nos quisiéramos mirar, pero que tenemos que traspasar para llevar nosotros las riendas, ya que no «ellos». En definitiva, se infiere que tenemos que seguir en esa pelea de continuar día a día y no desfallecer, porque nadie nos va a rescatar si caemos en desgracia.

Se deduce en lo que se nos cuenta que el director está inundado de lo verdaderamente humano y que a pesar de todo, la vida se puede mostrar a la vez bella y triste, amarga y esperanzadora.

Ken Loach muestra magistralmente el trasiego al que se ve abocado el protagonista en esa búsqueda de una solución a su problema en soledad, aun habiendo tenido el feliz encuentro con Katie y sus hermosos hijos y con las personas que se muestran solícitas y solidarias.

 

YO, DANIEL BLAKE

(Por Antonio Cirerol)

Cada nueva película de Ken Loach viene a ser una pieza más en la construcción de ese gran mosaico que constituye su cine: el de la situación de la clase obrera en la época del capitalismo en su fase neoliberal. Más concretamente, de los despojos de lo que fue la clase trabajadora tras la guerra librada contra ella y sus formas organizativas por el thatcherismo. Es, pues, la representación del paisaje tras la derrota. “Yo, Daniel Blake” es el último fragmento por hoy del drama, en el que se muestra el estado actual de ruina de lo que un día se conoció como “estado de bienestar”, la quiebra de los servicios sociales y la depauperización de las clases trabajadoras.

Su última película denuncia la burocracia de los servicios sociales ingleses privatizados, utilizada como arma política contra la clase obrera y los pobres, y como forma de rentabilizar los beneficios que produce la exclusión de éstos por la propia ineficiencia del sistema. Estas políticas tienen también como objetivo disgregar y desmoralizar a la clase obrera, que los nuevos pobres se sientan culpables de su situación, paralizados por la vergüenza. Su propósito es que la miseria anule su capacidad de resistencia y su propia conciencia de trabajador y de ser humano.

Para K. Loach no hay alternativa. Sólo la revuelta individual que produce la desesperación, traducida en el film en una reivindicación póstuma: “Soy una persona, no un perro”. Como siempre en Loach, la solidaridad de clase, basada en el socorro mutuo, se convierte en el único transitorio recurso, ante la ausencia de una respuesta organizada de clase, sindical o política (que sólo en su lejano film “Pan y rosas” llegaba a materializarse).

EL CINE DE LA CRISIS (1). “LAS NIEVES DEL KILIMANJARO”

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EL CINE DE LA CRISIS (1)

(Por A. Cirerol)

“LAS NIEVES DEL KILIMANJARO”, de Robert Guédiguian

“A pesar de haberse quedado sin trabajo, Michel es feliz con Marie-Claire. Hace 30 años que se aman. Sus hijos y sus nietos les miman. Tienen muy buenos amigos. Se enorgullecen de sus luchas políticas y sindicales. Sus conciencias son tan transparentes como sus miradas. Pero su felicidad se hará pedazos cuando dos hombres armados y enmascarados les agreden, les quitan sus anillos de boda y huyen con las tarjetas de crédito”.

Esta película -como “Dos días, una noche”, de los hermanos Dardenne- nos muestra la situación social, política y moral de la clase obrera en la era de la globalización, cuando su arma esencial de resistencia e identificación –la conciencia de clase- ha desaparecido y, con ella, la transmisión a las siguientes generaciones de sus valores solidarios y el legado de su lucha.

Los protagonistas de la película de Guédiguian son personajes de un ayer próximo, trabajadores industriales típicos del modelo fordista, insertos aún en sus espacios representativos de trabajo y relación –la fábrica y el barrio obrero- y a las formas seculares de organización –el sindicato-, pero ya en pleno proceso estructural de transformación de su mundo laboral hacia las condiciones actuales de disolución y precariedad. La película comienza con un acontecimiento característico de la nueva época, un expediente de regulación de empleo, llevado a cabo por los mismos trabajadores, que restringen la lucha por la defensa del puesto de trabajo a la selección –por sorteo- de los despedidos. Uno de los afectados, el protagonista del film, es un viejo sindicalista con muchos años de lucha a sus espaldas, un hombre honesto, combativo, que, aunque sin ser consciente de ello, se ha ido acomodando con el paso del tiempo. La pérdida de su empleo no le suscita un movimiento de enfrentamiento, como hubiese ocurrido en el pasado, sino una resignada aceptación, asume que en ese caso la lucha es inútil y se conforma a las circunstancias. Tiene a su mujer, sus hijos, su acogedora casita, cuenta con el aprecio y el reconocimiento de sus compañeros, y la inmediata perspectiva de un viaje de turismo a Tanzania para visitar el Kilimanjaro con que le han obsequiado sus hijos y compañeros para celebrar su jubilación. Bien podríamos decir que son felices.

Pero la realidad irrumpe con toda su violencia en sus vidas. Su hogar – ¡el hogar de un obrero!- es asaltado, desvalijado, ellos mismos son injuriados, agredidos. Y los agresores son obreros como ellos. Este incidente hace tambalear sus convicciones, el sentido mismo de sus vidas. Y les provoca un impulso centrífugo. En su afán por comprender desde una perspectiva moral el sentido del ataque de que han sido objeto se asoman a la realidad exterior, a la que hasta ahora habían, sin saberlo, permanecido ajenos. Y descubren a las víctimas del sistema depredador, a los nuevos miserables del siglo, desposeídos de lo material y lo espiritual, huérfanos de los valores solidarios que antes sostenían a su clase, lobos entre lobos, incapaces de reconocer su humanidad. Michel y Marie-Claire entienden entonces que su misión ha de consistir en preservar la consciencia perdida -que ya sólo mantienen, como una llama a punto de extinguirse, los restos de lo que fue la clase obrera histórica- para iluminar con ella a los nuevos humillados y ofendidos.

Pero Guédiguian no simplifica las soluciones ni trivializa o idealiza a sus personajes, sino que al mismo tiempo que somete al espectador a un procedimiento de identificación con los protagonistas ofrece elementos para su cuestionamiento, con el fin de que podamos comprender sus auténticas razones y su proceso de toma de conciencia y de comprensión de la nueva realidad. A través de sus protagonistas Guédiguian nos propone que sólo el imperecedero valor humanista de la solidaridad –la solidaridad real, la de clase, pues lo demás es caridad- puede dotar de sentido a esa nueva realidad inhumana, unir a los hombres elevando su condición moral, restituyéndoles su humanidad. ¿No es lo mismo que decir: preparándoles para la lucha?

¿Y cuál es el sentido del título? ¿Qué significado tienen esas Nieves del Kilimanjaro, el lugar donde la pareja protagonista había de pasar unos días de vacaciones, haciendo realidad un antiguo sueño? Cabe pensar que es lo remoto e intangible, lo subjetivo, que se nos aparece como puro, como ideal, fuera de la realidad. El sentido ficticio, literario (Hemingway escribió una narración con este título) de la aventura es inmovilizador: sueño y muerte. Como reza la canción de igual título (basada en el cuento de Hemingway) que a la pareja le gustaba escuchar en su juventud: “Las nieves modelarán un blanco manto en el que podrás dormir, dormir, dormir… Seguro que él piensa que morirá pronto en este lecho de nieve… Nunca han sido tan blancas las nieves del Kilimanjaro”. Pero la aventura no está en África, sino en las mismas calles de Marsella. No es excepcional, sino cotidiana. No es un sueño, sino un puñetazo de realidad. La aventura, la lucha (la vida) están aquí, diariamente, no en lo exótico lejano, sino en lo próximo (y en el prójimo). En esta realidad nuestra tan ineludiblemente real.