Volviendo a la animación

(Por J. Sol)

Volviendo a la animación (quiero olvidar la adiaforia que nos embarga) me remito a W. Disney a sus menos conocidas «Silly simphonies» como esta de 1929

O a un emulo de Disney, Walter Lantz en ”La tortuga y la liebre”, de 1941

En Europa del Este se llevó a cabo una técnica de stopmotion, consistente en filmar, parar y repetir la operación (en Hollywood se practicó en  «King Kong” (1933), pero centrándonos recordemos la figura del checo Jiri Trnka en, por ejemplo, «La mano» (1965)

Esos mismos de Disney los veíamos aún a principios de los 60 en la televisión franquista, los plúmbeos domingos por la tarde en un programa titulado, creo, Disneyland en doblaje sudamericano.

Confieso que de pequeño me regalaron un cine casero con varios cortos, uno de ellos es el arriba señalado con las hormigas, de 1952

Antes de dejarlo por hoy recordemos a la gran Lotte Reiniger, pionera de la animación alemana, como en el caso de su película de 1922, «la cenicienta», que nos evoca a su alumno Michel Ocelot (del que ya trataremos)