Programa doble: «Retorno al pasado» de Jacques Tourneur y «Testigo de cargo» de Billy Wilder

Por Antonio Rodrigo

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Anoche estuve en una sesión doble de cine. La verdad es que fue en mi casa. ¿Dónde iba a ser si no?, pues ya no creo que queden salas a las que se pueda acudir a ver dos películas, y si son en blanco y negro… entonces ni hablamos.

 

Los dos films en cuestión, «Retorno al pasado» de Jacques Tourneur y «Testigo de cargo» de Billy Wilder, son de esos de los que se disfruta durante las casi cuatro horas que duran en total, y en los que apenas sientes necesidad de levantarte de la butaca o silla, aunque la ventaja de estar en casa, hace que le des al botón de la pausa, y la bella, o el matón, se queden quietecitos, esperando tu vuelta de la cocina o del baño.

 

De la primera  película, yo destacaría, además del buen guión de Geoffrey Holmes, la utilización de las luz y de las sombras que hace que puedas decir, sin temor a equivocarte, que, además de por la temática, es una película de cine negro.

 

Robert Mitchum hace un buen papel de perdedor, de bueno al que no le dejan ser, de enamorado que se queda sin la chica. Pero para  chica, o mejor «femme fatale», la bella Jane Greer, mala hasta el  pitido final y de la que no conocía nada de sus andanzas por la gran pantalla.  De Kirk Douglas poco diré, pues su papel resulta gris y nada destacable.

 

«Testigo de cargo» es una de esas películas que he visto varias veces, y gracias a  que se me olvida el final, me resulta apasionante. Razón tienen los editores al decir sobre las letras de crédito, que nos abstengamos de comentar a familiares y amigos la resolución final del film.

 

Gran parte del mérito de «Testigo de cargo» está en el excelente guión del propio director ( en colaboración con Harry Kurnitz ) y  basado en la obra teatral  de la conocida escritora Agatha Christie. Pero esto no nos debe hacer olvidar la actuación estelar del genial, gruñón y divertido Charles Laughton, de la siempre enigmática y atractiva Marlene Dietrich y del un tanto histriónico Tyrone Power, para mí el más flojo del trío principal. Y para finalizar, y ya que siempre se dice que en el cine de aquellos años había un excelente plantel de «secundarios», me gustaría destacar a Una  O’Connor en el papel de  la vieja criada de la señora asesinada, cascarrabias y sorda; de Francis Compton en el del juez, socarrón y siempre dispuesto a echar un capote al abogado sir (Laughton) Wilfrid y, sobre todo, a la entrañable, competente y cursilona enfermera, papel encarnado por Elsa Lanchester.

 

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