El Buen Patrón, de León de Aranoa. No es serio

«El Buen Patrón» de León de Aranoa

Por Miguel García

La película empieza por una secuencia de violencia racial. Un grupo de jóvenes, posiblemente marroquíes, que están hablando en su idioma, son descubiertos en un parque y perseguidos durante la noche por un grupo de jóvenes nacionales y uno de aquellos es apaleado y pateado. El incidente termina con la aparición de la policía que detiene a uno de los agresores.

Es una forma de empezar la película que en principio no parece tener que ver nada con el tema de la película, el Buen Patrón. Pero, como luego veremos, cierra la película con un episodio similar pero aun mas violento esta vez instrumentado por el Buen Patrón. Seguramente es hacer un guiño a esa práctica de los cineastas de cerrar las películas con escena similares a las del principio.

Si hay que atribuirle a la película un fondo argumental sería que el empresario, y por extensión el capitalismo empresarial, podrá aparentar buenas formas en las relaciones de negocio, pero si se plantea un conflicto empleará los métodos que sean precisos, manipulando y abusando del personal de la empresa, llegando a utilizar los métodos mas violentos e incluso criminales en defensa de sus intereses.

La película no obstante lejos de tener un tono dramático y de profundizar en esa temática, es decir en los aspectos de conflicto de intereses, de abuso de poder, etc., se plantea en un tono de comedia, que quiere quitar hierro al tema y que nos recuerda a las derivas argumentales de muchas de las películas de Berlanga.

Se empieza por describir un modelo de empresario de una empresa mediana, empresa familiar que hace gala de un paternalismo que cae en la pantomima.

Ningún empresario en las circunstancias actuales precisa caer en esa prácticas porque las relaciones laborales actualmente dan tanta ventaja al patrón que hacen viables y prósperos sus negocios utilizando, entre otros, métodos de explotación o “gestión” del personal que rayan en el abuso directo de poder, sin necesitar subterfugios paternalistas.

De manera que crear ese modelo de empresario nos parece una mascarada, una gran hipocresía.

Lo que mas raya la visión de la película en mi opinión es que “el problema” del empresario es que, ante la perspectiva de obtener un premio empresarial que requiere la recepción de una comisión inspectora, le preocupa, le molesta, le irrita, no está dispuesto a permitir la presencia de un trabajador despedido en un ERE reciente que se le planta delante de la fabrica con todo despliegue de medios para denunciar la injusticia del despido y llamar la atención. En una acampada del tipo de la de Sintel en la Castellana, pero aquí de solo una persona, sin apoyo de sus compañeros despedidos o empleados, menos aun de algún sindicato. Solamente cuenta con el apoyo moral del vigilante de la entrada que, por otro lado, es descrito de forma cómica como persona de pocas luces. El despedido pide inicialmente que se le reponga en su puesto de trabajo. Después parece que solo le alimenta el enfrentamiento y la lucha. La situación evoluciona hacia el histerismo del despedido y luego clara locura. Ante tal desvarío el Empresario toma todo tipo de medidas sucesivas, todas ellas infructuosas como pedir a la policía que le desocupe, buscar el apoyo de las autoridades locales, ofrecerle incrementos progresivos en su indemnización e incluso reemplearle. Cuando ninguna medida da los resultados esperados y el trabajador se desliza obstinadamente hacia una actitud irreductible, casi demencial, el Patrón va a utilizar la violencia.

Es una descripción tal que inclina al espectador a juzgar oportuno tomar “medidas” similares y entiende verosímil lo que ve. Se busca ante el espectador su comprensión y justificación. Un cierto blanqueo del Patrón.

Las demás circunstancias son pura comedia. Un empleado, su mano derecha, responsable ejecutivo de la producción empieza a tener problemas personales que traslada a la empresa, poniendo en peligro el negocio, algo que ineludiblemente va a acabar en su despido, su aniquilación. El Buen Patrón va a ocuparse de investigar el problema, de mitigar el conflicto, de resolverlo, husmeando y manipulando con el pretexto de su insincera amistad y probada lealtad.  El problema es el adulterio de su mujer, precisamente con un competidor suyo en la Empresa, que es mas competente profesionalmente y para mas inri moro capaz de darle “mucho aire” a su mujer. Puro vodevil.

Y otra circunstancia del argumento que en principio es seria, como es el tema de ensañamiento machista, símbolo del abuso del poder, de la relación “amorosa” del Empresario con la Becaria, aquí frisa el cachondeo. Porque resulta que la relación se invierte. Que la becaria es hija de otro Empresario colega del Gran Patrón, ya criada a sus brazos de niña, y que entra auspiciada por la señora del Patrón, todo lo cual es desconocido por éste. Aquí la Becaria es depredadora sexual y seduce y cepilla, perdón por la expresión, al susodicho Patrón y después cuando este se entera de la movida y rechaza y quiere deshacerse de la Becaria, se cepilla despechada, al ejecutivo moro. La situación de ventaja le permite chantajear al Patrón eligiendo puesto directivo y el salario que le parece. Ya quisiera este final la Lewinsky. 

Se suma a esta situación la desenvoltura con que se describen a otras féminas, cual la propia mujer del Patrón que se confabula con la Becaria a espaldas de su marido; y la esposa del directivo mano derecha que defiende a hostias su dignidad de mujer adultera. ¿No será este planteamiento un concesión a los espectadores/as que pudieran complacerse con esta inversión de papeles propia de un malentendido feminismo? Puede.

Mención especial merece el trabajador senior, símbolo de la tradición de la Empresa, modelo de lealtad al Empresario, que acude al mismo para pedirle que le ayude cuando su hijo ha sido detenido por la policía por violencia racista, paga su fianza y le contrata a pesar de su aspecto desalmado para los recados de la Empresa de su señora. El favor es pagado mediante un “servicio” que el Patrón va a pedir al trabajador mayor y que este en su gran lealtad no va a negarle. El servicio consiste en que su hijo y colegas delincuentes le peguen una paliza al trabajador que está dando la vara en la puerta de la Fabrica, lo que termina en la muerte accidental del hijo. Así que el trabajador senior, modelo de lealtad inmola a su hijo en beneficio del Empresario, y la imagen de ambos, uno tragándose el dolor y el otro complaciéndose de tener resuelto el conflicto y obtenido su beneficio cierra la película, para dejar claro que las cosas son como son.

Y como se empasta todo esto para que la película, para el espectador desprevenido, se vea con complacencia, leve sonrisa y buenas sensaciones iniciales aunque luego se van transformando en mosqueo. Pues con la habilidad de un director del que esperábamos mas y con una actuación soberbia de Javier Bardem. Únase a esto las conveniencias comerciales y la flojera crítica de los tiempos y lloverán las nominaciones a los Goya. No es serio.